lunes, 19 de enero de 2015
Papa Julio III
Julio III
(1487/09/10 - 1555/03/23)
Julio III
Juan María Ciocchi del Monte
Papa 1550-1555
Nació el 10 de septiembre de 1487 en Roma.
Elegido el 22 de febrero de 1550, fue uno de los máximos impulsores del Concilio de Trento al retomar las sesiones en 1551, suspendidas cuatro años antes. Muy favorable a la confirmación de la Compañía de Jesús, autorizó la fundación en Roma de los dos grandes centro de enseñanza propiedad de la Compañía.
El nepotismo volvió a imperar en el Vaticano y las fiestas atrajeron al Papa más que los asuntos de la Iglesia. Cuando subió al trono de Inglaterra, María Tudor, envío un Nuncio para restablecer el culto católico. La Villa Julia, de Roma, el actual museo etrusco, fue construida bajo su pontificado. En 1551 nombró a Palestrina director de la capilla de San Pedro. El famoso músico le dedicó el primer tomo de sus Misas cantadas, en 1554.
Julio III falleció en Roma el 23 de marzo de 1555.
Papa de la Iglesia católica
7 de febrero de 1550-23 de marzo de 1555
Predecesor
Pablo III
Sucesor
Marcelo II
Consagración episcopal
12 de noviembre de 1514
viernes, 16 de enero de 2015
JULIO III PAPA
Las excentricidades en el Vaticano de finales del siglo XIV e inicios del XV fue enorme. Guerras de familias por el control de la piara pontificia, nepotismo, corrupción... Los Papas nombraban cardenales a sus propios hijos (sobrinos), cobraban tributos a las meretrices romanas por sus servicios y gastaban enormes sumas de dinero procedentes de la venta de indulgencia. En esta situación apareció el cardenal Giovanni María Ciochi del Monte, mas tarde Julio III, cuyo papado fue uno de los mayores escándalos de toda la historia de la iglesia.
Siendo cardenal fue uno de los iniciadores del Concilio de Trento, que a parte de iniciar la Contra reforma supuso el inicio de un largo período de persecución contra la homosexualidad. Por esta época conoció en Parma a un raterillo, que se ganaba la vida junto a su mono. Se prendió de su belleza y vivacidad, hizo que su hermano lo adoptara y lo transformó en su compañero inseparable.
Julio III (Papa entre 1550 – 1555): Fue elegido a los 63 años, tras un largo Cónclave de Cardenales en la recién pintada Capilla Sixtina. En medio de las disputas entre Francia y el emperador Carlos, la sucecsión de Pedro se discutía en medio de un lamentable espectáculo. Cuando al final se quiso poner orden dentro, fueron expulsados cerca de 100 "no electores". Sin duda las fiestas que se montaban sus eminencias tenía mucho que ver con estas presencias y en tan dilatado cónclave.
Su elección no fue impedimento para seguir su afición hacia los niños. El niño parmesano de 13 años, Innocenzo Ciochi del Monte, apodado “Prevostino” rápidamente lo hizo cardenal con solo 17 años. No tuvo el mas mínimo pudor de darle sus apellidos señalando claramente como su sobrino-amante. Roma los ridiculizaba llamando a su joven amante "el mono".
En el momento de la elección le acompañaba como paje personal. Al estar casi seguro de su elección (y como para que no quedasen dudas de que eran amantes) pasó su brazo alrededor del muchacho y
dijo: “Si me hacen Papa, al día siguiente haré que Prevostino sea uno más entre ustedes, como miembro del cardenalato”. No solo cumplió su palabra sino que el Cardenal Prevostino fue nombrado Secretario de Estado, cargo reservado a los de mas alto rango.
A pesar de estar el Estado en bancarrota, no dejó de gastar desenfrenadamente. Sea para comprar voluntades, sea para la construcción de edificios como la Vila Julia, hoy Museo etrusco de Roma:
El reinado de Julio III se parece mas a una larga fiesta orgiástica que a un Papado. Uno de los asiduos participantes a esas orgías fue el arzobispo de Benevento, Giovanni Della Casa que le dedicó al Papa su libro titulado “In Laudem Sodomiae” (Elogio de la Sodomía)." Fiestas en las que tras finalizar no acostumbraba a regresar las habitaciones papales.
Su joven amante no moderó su actitud, al contrario, utilizó su cargo para actuar con mas osadía, acumulando una importante fortuna que le permitió llevar una vida aun mas escandalosa.
Tras su muerte la voluptuosa vida de Innocenzo, el cardenal Prevostino, fue cuestionada por la curia romana. Tras el asesinato de dos de sus sirvientes fue confinado a varios monasterios donde falleció.
Innocenzo y Julio III estan enterrados juntos en la Iglesia de San Pietro Montorio, Roma. Con este Papa acaba esta etapa de excesos en el seno del vaticano, su sucesor Paolo IV reanuda el Concilio de Trento y la Contrareforma se impone en el seno de la iglesia.
jueves, 15 de enero de 2015
El consejo de los cardenales al papa Julio III
El recelo del catolicismo en relación a las verdades de la Sagrada Biblia siempre ha sido un hecho. Si ahora el católico-romano medio tiene más libertad para leer la Biblia, es porque, 1) Roma, dado los tiempos que corren, no puede impedir a sus fieles que la lean, 2) Roma realmente piensa que también dados los tiempos de modernismo y culto a la ciencia humana y al materialismo, pocos fieles van a encontrar en la Biblia una respuesta que les satisfaga.
Lo primero es cierto. Lo segundo es equivocado, porque cuando el católico lee la Palabra de Dios con fe, su vida empieza a cambiar, y empieza a experimentar verdadera hambre y sed de Dios que le hace buscar más allá del círculo católico-romano. Esto último lo sabían los cardenales del tiempo de la Contrarreforma.
Los más altos responsables del catolicismo romano están perfectamente conscientes de las contradicciones insalvables entre la Sagrada Biblia y el sistema de la Iglesia de Roma.
En un discurso proferido por los cardenales de la Curia Romana, al Papa Julio III, en 1550, inmediatamente después de su ascensión al Papado, éstos, conscientes de tales contradicciones, aconsejaron al recién llegado a la "silla de San Pedro". Ese discurso está contenido en un documento histórico, del tiempo de la Reforma, conservado en la Biblioteca Nacional de París, en la hoja B, nº 1.088, vol. II, págs. 641 -650. De ese documento, sacamos los siguientes pasajes, que aclaran bien esas contradicciones.
Atención a lo que los cardenales dicen: «De todo el consejo que podemos ofrecer a vuestra Santidad retuvimos lo más necesario hasta el fin. Hay que abrir bien los ojos y usar toda la fuerza posible en la cuestión, a saber, para permitir lo menos posible la lectura del Evangelio especialmente en el vernáculo (lengua nativa), en todos los países bajo la jurisdicción. Baste la pequeña parte del Evangelio leída usualmente en la misa, y no se permita que nadie lea más».
¿Roma espantada de la verdad de la Biblia? Así es....Más adelante, los cardenales advierten al Papa: «En cuanto el pueblo esté contento con esa pequeña porción, florecerán los intereses de vuestra Santidad, pero cuando el pueblo quiera leer más, sus intereses comenzarán a fallar».
Después, los cardenales fueron hasta el punto de definir la Biblia como su verdadero enemigo: «La Biblia es un libro que, más que cualquier otro, ha levantado contra nosotros los alborotos y tempestades, por los cuales casi perecemos».
¡El único interés de Roma es no perecer! A continuación reconocen que hay conflictos entre la Biblia y lo que se enseña en la Iglesia Católica: «De hecho —escriben los cardenales—, si alguien examina de cerca y compara las enseñanzas de la Biblia, como ocurre en nuestras iglesias, entonces encontrará discordias y comprenderá que nuestra enseñanza es muchas veces diferente a la Biblia y nunca cesará de desafiarnos hasta que todo sea expuesto y entonces nos volveremos objeto de burlas y odios universales».
Finalmente, aconsejan al Papa qué hacer con la Biblia: «Por tanto, es necesario retirar la Biblia de la vista del pueblo, pero con cuidado, a fin de no causar rebelión».
Todo esto, —subráyese—, fue dicho por los Cardenales de Roma al Papa Julio III. Parece que la cuestión está pues suficientemente clara: Roma tiene miedo a la Biblia porque la Biblia pone a Roma en evidencia; y esto dicho por la misma Roma. ¿Qué más podemos añadir al respecto?
Por eso queremos animar a todos los católico-romanos a que lean con atención y fe el único libro que define perfectamente el pensamiento, voluntad y carácter del Creador, la Biblia. La Biblia y sólo la Biblia, la Palabra de Dios, y no hay manera de mantenernos fieles al Señor a menos que la conozcamos y la obedezcamos.
Papado
Elegido Papa en un cónclave al que
asistieron cuarenta y ocho cardenales, adoptó en su coronación el nombre de
Julio III. Carlos I de España se había opuesto inicialmente a su elección para
la que proponía como candidato a Juan Álvarez de Toledo; no obstante, cedió
ante el acuerdo de franceses e italianos en el nombramiento del cardenal del
Monte; con todo, encontró más adelante en él un fiel aliado. Elegido el 7 de
febrero fue coronado el 22 de febrero de 1550.
El nuevo papa se encontró con la actividad
conciliar interrumpida y no logró reanudarla hasta un año después; el primer
día de mayo de 1551 se abrían otra vez las sesiones del concilio. Lo hacían en
Trento; el emperador no hubiera admitido otra sede, y el papa, cuyo carácter no
era precisamente enérgico, le temía lo suficiente como para no osar contravenir
sus deseos. Los obispos y demás representantes franceses no acudieron a la
cita, pues no se los permitió su nuevo rey, Enrique II.
La precaria paz entre Francia y el eje
España-Imperio estaba a punto de ruptura. Los asuntos italianos y, ligado a
ellos, el papa, dieron ocasión a la contienda. Julio III restauró a Octavio
Farnesio, el nieto del anterior papa Paulo III y yerno de Carlos V, en el
ducado de Parma, quien debía cederlo a su suegro en cumplimiento de un
compromiso anterior. Para retener el ducado Octavio no tuvo reparo en pedir la
ayuda del rey francés, quien estuvo presto a concedérsela por su rivalidad con
el emperador. El papa, desairado por el duque y acosado por Francia, unió sus
fuerzas a las de Carlos V. Enrique II se confabuló con los turcos que
hostigaron las costas italianas mientras él se apoderaba de Siena y llevaba la
guerra al centro de Italia.
En 1551 firma el acta de creación de la
Universidad Mayor de San Marcos, la Decana de América, en la Ciudad de los
Reyes, capital del Virreinato del Perú y actual capital de la República del
Perú, rebautizada como Lima .
En 1552 se clausuraba súbitamente el
concilio de Trento. Julio III sobrevivió hasta marzo de 1555, pero ya no tuvo
coraje para reanudarlo.
Las profecías de San Malaquías se refieren
a este papa como De corona montana (De la corona del monte), cita que hace
referencia al nombre con que fue bautizado y a que en su escudo de armas
figuran dos coronas.
Papa Julio III
Nacido en Roma, el 10 de septiembre de 1487; falleció allí, el 23 de marzo de 1555. Él era el hijo de un jurista romano famoso, estudió jurisprudencia en Perugia y Siena, y teología bajo el dominicano, Ambrosius Catharinus. En 1512, sucedió a su tío Antonio del Monte como el Arzobispo de Siponto (Manfredonia), y en 1520 como el Obispo de Pavia, reteniendo, sin embargo, la administración de Siponto. Después se le nombró vice-legado de Perugia, y bajo Clement VII fue dos veces designado como prefecto de Roma. Después del Saqueo de Roma (1527) él era uno de los rehenes dados por Clement VII a los Imperialistas, y habría sido muerto por Landsknechte en Campo di Fiori, de no haber sido liberado en secreto por el Cardenal Pompio Colonna. En 1534, fue nombrado legado de Bolonia, de la Romagna, de Parma, y de Piacenza. El Papa Paulo III lo nombró el Cardenal Sacerdote de SS. Vitalis, Gervasius, y Protasius el 22 de diciembre de 1536, y elevado a la dignidad de obispo cardinal en la Diócesis de Palestrina el 5 de octubre de 1543. Ya para 1542 se le había confiado el trabajo preparatorio para la convocatoria del Concilio de Trento, y en un consistorio efectuado el 6 de febrero de 1545, fue designado primer presidente del consejo. En esta capacidad él abrió el concilio en Trento el 13 de diciembre con una oración corta (cf. Ehses, "Concilium Tridentinum", IV, Freiburgo im Br., 1904, p. 516). En el consejo él representó los intereses papales contra el Emperador Carlos V, con quien tuvo conflictos en varias ocasiones, sobre todo cuando el 26 de marzo de 1547, él transfirió el Consejo a Bolonia.
Después de la muerte de Paulo III el 10 de noviembre de 1549, los cuarenta y ocho cardenales presentes en Roma entraron en conclave el 29 de noviembre. Se dividieron en tres facciones: los Imperiales, los franceses, y los adherentes de Farnese. Los amigos de Farnese se unieron con el partido Imperial y propusieron a Reinaldo Polo y a Juan de Toledo como sus candidatos. El partido francés rechazó a ambos y, aunque en minoría, ellos fueran bastante fuertes para prevenir la elección de cualquiera de los dos candidatos. Los adherentes de Farnese y el partido francés finalmente alcanzaron un acuerdo y convinieron en el Cardenal del Monte, que fue debidamente elegido el 7 de febrero de 1550, después de un conclave de diez semanas, aunque el emperador lo había excluido expresamente de la lista de candidatos. El nuevo Papa tomó el nombre de Julio III. En cumplimiento de promesas hechas en el conclave, Julio devolvió Parma a Ottavio Farnese unos días después de su nombramiento. Pero, cuando Farnese pidió a Francia ayuda contra el emperador, Julio se alió con el emperador, le quitó a Farnese su territorio heredado, y envió tropas bajo la orden de su sobrino Giambattista del Monte para cooperar con el Duque Gonzaga de Milan para la captura de Parma. En una Bula, fechada el 13 de noviembre de 1550, Julio transfirió el consejo de Bolonia de regreso a Trento, y pidió que sus sesiones fueran reanudadas el 1 de mayo de 1551, pero lo obligaron para suspenderlo otra vez el 15 de abril de 1552, porque los obispos franceses no tomarían ninguna parte en ello, y, para escapar de sus enemigos, el emperador tuvo que huir de Innsbruck. El éxito de las armas francesas en Italia del Norte también obligó a Julio el 29 de abril de 1552, a hacer una tregua con Francia, en la cual se estipulaba que Farnese debía permanecer en posesión pacífica de Parma durante dos años.
Desalentado por su fracaso como aliado de Carlos V, el Papa en adelante se abstuvo de interferir en los asuntos políticos de Italia. Él se retiró a su lujoso palacio, la Villa Giulia, que él había erigido en el Portal del Popolo. Aquí él pasó la mayor parte de su tiempo en facilidad y comodidad, de vez en cuando haciendo un esfuerzo débil para reformar la Iglesia instituyendo unos comités de cardinales para cumplir los objetivos de dicha reforma. Él era un partidario liberal de la naciente Orden jesuita, y a instancias de San Ignacio publicó la Bula para la fundación del Collegium Germanicum el 31 de agosto de 1552, y lo concedió un subsidio anual. Durante su pontificado la religión Católica fue temporalmente restaurada en Inglaterra por la Reina María, quien sucedió a Eduardo VI en el trono inglés en 1553. Julio envió al Cardenal Reginald Polo como legado a Inglaterra con plenas facultades para ser usadas a su discreción en los intereses de la restauración Católica. En febrero de 1555, El Parlamento Inglés envió a Julio III una embajada para informarle de su sumisión sin reservas a la supremacía papal, pero la embajada estaba todavía en camino cuando el Papa murió. Poco antes de su muerte Julio III envió al Cardenal Morone para representar los intereses Católicos en la Paz Religiosa de Augsburgo. A principios de su pontificado Julio III tenía el deseo serio de introducir una reforma en la Iglesia y con esta intención volvió a abrir el Consejo de Trento. Que el consejo fuera otra vez suspendido fué debido a la fuerza de las circunstancias. Su inactividad durante los últimos tres años de su pontificado puede haber sido causada por los ataques frecuentes y severos de la enfermedad de gota que padecía. El gran defecto en su pontificado fué el nepotismo. Poco después de su acceso otorgó el purpúreo a su indigno favorito Innocenzo del Monte, un joven de diecisiete años a quien él había recogido en las calles de Parma algunos años antes, y quién había sido adoptado por el hermano del Papa, Balduino. Este acto dio ocasión a algunos rumores muy desagradables con respecto a la relación del Papa con Innocenzo. Julio era también muy pródigo en el otorgamiento de dignidades eclesiásticas y beneficios para sus familiares.
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